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La HAMMER -sus comienzos-

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En estos tiempos aciagos en los que estamos, en los que el cine de terror se encuentra en la cresta de la ola debido a cierta adaptación-que no nombraré- de un best seller de “terror vampírico“, parece que hablar del  género de terror sea hablar de un tipo cine palomitero de “segunda fila “ dirigido a un  público de jovencitos con acné, poco exigentes, ávidos de  aventuritas  amorosas y soporíferas de licántropos y vampiritos cachas .

Nunca más alejado de la realidad, pues dicho género nos ha regalado verdaderas obras maestras del séptimo arte que han hecho las delicias de millones de espectadores y han influenciado a muchos de los más respetados cineastas de la historia del cine.

Pero a la vista está que el género de terror no está pasando por su mejor momento en cuanto a calidad y originalidad se refiere.  Aún así sigue aguantando el tirón,  produciendo excelentes resultados de taquilla,  generando muchísima expectación y  de vez en cuando, muy de vez en cuando, también nos obsequia con alguna que otra obra más que digna.

Pero siendo completamente sincero -algo que siempre intento ser- y realista, dirijo mi mirada hacia  atrás y mis pequeños ojos se entristecen, y llenos de melancolía, irremediablemente me llevan a recordar y a extrañar tiempos pasados en los que los vampiros desprendían elegancia, erotismo y horror por partes iguales. Tiempos en los que el color de la sangre era de un rojo más intenso, tiempos en los que que el simple chirrido de una puerta cerrándose con pasmosa y diabólica calma nos hacía estremecer de miedo. Tiempos en los que los efectos digitales  no eran siquiera un sueño de futuro. Tiempos en los que la oscuridad y la poesía iban cogidas de la mano y la imagen de un lúgubre y tenebroso castillo nos evocaba a un terror tan mágico como perturbador donde el  lejano e inquietante eco de una malévola risa nos provocaba pavorosos  escalofríos  y hacía aflorar nuestros miedos más ocultos.

Una época dorada del cine fantástico y de terror que tiene un nombre en mayúsculas :

 HAMMER FILM PRODUCTIONS

Nos encontramos en el año 1934, cuando un hombre llamado William Hinds, comerciante de joyas y miembro de una pareja cómica llamada Hammer y Smith, reuniría el valor y capital suficiente para crear una pequeña productora de cine, a la que bautizaría bajo el nombre de Hammer Productions Ltd. Poco se podía imaginar Hinds que dicha empresa  se convertiría en un sello legendario y de culto que para muchos -incluido un servidor-  ha sido  la más interesante y  prolífera productora de cine de horror y de ciencia-ficción de la historia del séptimo arte.

En 1935 la Hammer vio nacer su primera obra : The public life of Henry VIII ,una comedia dirigida por Bernard Mainwaring que paso sin demasiada pena ni gloria. Pero fue en  1936 cuando  empezaron a poner sus ojos en el cine fantástico produciendo el magnífico film : The mistery of the Mary Celeste protagonizada por Bela Lugosi y dirigida por Denison Clift.

En 1937 el empresario y propietario de una cadena de salas de cine Enrique Carreras se asociaría a William Hinds, dándole a la productora un  soporte mediático y financiero que sería crucial para soportar el evidente bajón comercial que produciría la llegada de la segunda guerra mundial.

 A finales de los años 40 los hijos de Enrique Carreras se hicieron con las riendas de la productora y decidieron cambiar el nombre anterior por el de Hammer Fim Productions Ltd. Gracias a la labor de los dos hermanos la productora adquiriría  el impulso y el aire necesario para afrontar la crisis económica ( producida por la guerra ), en la que se encontraban la mayoría de los países del viejo continente.

Pero fue en la década de los 50 cuando la Hammer  llegaría a su época dorada, con el incipiente apogeo del cine de terror y ciencia-ficción. La productora, deseosa por cruzar el charco e intentar conquistar el irresistible mercado de  Hollywood, se asoció con el empresario norteamericano Robert Lippert. Un productor que gozaba de ciertas influencias en la meca del cine.  Muchas estrellas, ya en horas bajas, de Hollywood volverían a tener interesantes propuestas gracias a  Lippert  y a la Hammer  que se aseguraba así un notable filón mediatico.

  

Esta sociedad de la productora Británica con Robert Lippert fue decisiva para el desarrollo de las primeras obras de la Hammer, ya que gracias a dicha sociedad nacerían dos títulos importantísimos: El experimento del Dr. Quatermass ( 1955 ) y La maldición de Frankenstein ( 1957 ).Obras que  marcarían con paso firme el camino que debía seguir el sello.  Un camino enfocado con gran acierto al cine de terror y la ciencia-ficción. Ambos films producirían unos más que decentes  beneficios de taquilla y muy buena aceptación por parte de la crítica, mostrando una personalidad y unos elementos que acabarían siendo patentes en todas sus producciones. Hablar de la Hammer es hablar de terror gótico, con un manejo del color muy personal y verdaderamente innovador. Una fotografía  más que talentosa, conjugando con tenebrosa armonía las sombras  con un vistoso colorido suavemente administrado (el rojo de la sangre es uno de sus elementos más característicos ), un más que sublime y sutil manejo del erotismo y la violencia,  que llega a ser angustiosa sin necesidad de ser explícita.

Todas las virtudes mencionadas, sumadas al excelente trato de los guiones que siempre demostró la productora, y combinado con la fructífera fórmula de contratar a “estrellas“ en horas bajas y jóvenes actores desconocidos, proporcionarían a la Hammer unos resultados económicos más que suficientes para seguir siendo fieles a su original estilo. Eso sí, sin perder ni un ápice de personalidad (aún en nuestros tiempos patente) y regalándonos verdaderas obras maestras que con el tiempo no han hecho más que acrecentar su leyenda, convirtiéndose en clásicos de imprescindible visionado para todo cinéfilo que se precie.

Hammer  Film Productions  ha dejado una huella imborrable en la historia del cine. Es la prueba fehaciente y más incontestable de que el género de terror no está reñido con la calidad y  “el saber hacer”. Con una filmografía repleta de grandes logros, excepcional en  el aspecto  visual  y con un  predominio de contrastes  lumínicos aterradores. Siendo  sombríos y sobrios cuando el momento lo requería. Con  sugestivos e inquietantes coloridos siempre magistralmente dosificados para no perder  su personal tenebrosidad. Y contrastando un erotismo tan sutil como evidente, con manifiesta elegancia, sacando el máximo provecho a los actores y a los guiones. En definitiva:  CINE DE CALIDAD con todas las letras.

En un próximo pos indagaremos en las obras más significativas de la Hammer.

Sayonara!

Fdo: Harry Powell   harry powell



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